El Cuento De Miguel: Vencer La Guerra Loca
¡Hola, mi amigo! Me llamo Michael. Para mí es difícil decirlo, pero casi tengo sesenta años. En mi mente, me veo como sólo un niño. Pero las arrugas, los dolores que vienen con la edad y una cabeza calva contradicen este pensamiento. Miro mi vida hasta ahora sin remordimiento, ¡sólo con alegría! Una decisión que tomé cuando tenía veinte años me llevó a una vida entera haciendo un descubrimiento tan impresionante que he gastado mis años tratando de compartirlo con los demás. Nunca fui muy buen alumno en la escuela. El deseo de encontrar una posición en el mundo no estuvo dentro de mí porque tenía un sentido profundo de que la vida era demasiado preciosa y corta para darla a una profesión vacía. Lo único en que sobresalí era en jugar fútbol americano. Era veloz y tan fuerte que podía pesar 400 libras en la banca de prensa. Debido a que era un hombre bajo, ocupé la posición de corredor. Veía al fútbol como mi escape de la rutina de la vida del pueblo pequeño en que crecía. Ganaba premios en la secundaria y recibí una beca de fútbol americano de la Universidad Central de Michigan. En la universidad tuve un secreto que me causó gran agitación interna. Nadie sabía que yo había hecho un trato con Dios. Le había dicho que si Él me ayudaba en el fútbol, yo le serviría, aunque yo no sabía lo que eso significaba. Mi apariencia exterior hizo que todo el mundo pensaría que yo era un hombre salvaje. Bebía cerveza, me metía en peleas y actuaba como un loco. Yo sabía que iba a ir al infierno. Mi mente estaba llena de maldad, mi corazón estaba lleno de rebelión y yo no veía ninguna salida. Entonces esta lucha entre Dios y el mal me hizo sentirme muy confundido y desesperado. Crecí un católico romano fuerte en una familia polaca grande. Rezábamos el rosario todos los días. Mientras que estaba en la universidad, mi madre me envió un Nuevo Testamento y me pidió que orara a Jesús. Esto era extraño porque, como católicos, siempre orábamos a María y participábamos en la iglesia más que leer la Biblia por nuestra propia cuenta. Mi desesperación me llevó a empezar a leer acerca de Jesús, cuando mis compañeros no me pudieran ver. Lentamente, algo comenzó a ocurrir dentro de mi. Comencé a preguntar si Dios existía y si Él tenía algo más que yo pudiera conocer. Un verano asistí a una conferencia en la Universidad de Notre Dame. Hasta este momento, yo había aprendido mucho acerca de Jesús de Nazaret. Había leído que me amaba mucho, me había perdonado y me había prometido llenarme con el propósito de Su Espíritu Santo (Juan 14:26, 15:9-15/Lucas 5:24, 24:47/1Juan 2:27). Dijo que Su vida no era de este mundo (Juan 17:14, 18:36). Así que allí mismo, sentado solo, en el estadio de fútbol, entregué mi vida a Jesús. ¡Había tomado la decisión de seguirle, sin importar lo que esto significaba! Aunque yo no entendía lo que me pasó en ese momento, después de haber leído Juan 3:3-8, me di cuenta de que yo había “nacido de arriba”. Me hizo darme cuenta de que mi Padre Dios tiene un amor hermoso y personal para mí porque el equipo de fútbol de Notre Dame “Los Luchadores Irlandeses” ¡era el equipo de mis sueños! Y allí mismo, ¡fue donde me encontré con el Jesús Vivo! ¡Dios es bacano! Descubrí que no es una cuestión de tratar de ser una persona buena o mejor (Romanos 3:10,23). Dios sabe que todos somos pecadores y malvados; por eso envió a Su Hijo para proporcionar todo lo que necesitamos (Juan 3:16/2Cor.5:21/Isaías 53). La salvación es algo que Dios HIZO PARA MÍ. Lo único que sabía es que yo creía en Su Palabra. Después leí un libro para niños sobre una oruga llamada ‘Stripe’ que entró en un capullo y luego se convirtió en mariposa, una nueva creación (2Corintios 5:17). ¡Esto es exactamente lo que me ocurrió! Mis amigos se rieron de mí por leerlo, pero para mí esto era como descubrir el secreto de la vida. No podía encontrar a Dios por mis propios esfuerzos miserables (Romanos 3:20/Gálatas 2:16). Cuando yo creí, fui liberado del loco tipo que era con la profunda depresión y la culpa insana (Juan 8:32, 36). Jesús me había perdonado todo mi pecado, del pasado, presente y futuro (Hebreos 9:26, 10:10/1Juan 2:2). Él derramó Su sangre para mí, mientras que yo todavía era un tipo malvado (Romanos 5:8). Jesús no es una estatua de porcelana o un icono. No es una figura histórica y sin vida. ¡Jesús ha resucitado y vive hoy (Juan 11:25)! ¡Él era enteramente hombre y enteramente Dios y, con Su identidad de Hijo, Él nos reveló a Su Padre! Volví a la universidad y jugué fútbol por dos años más. Esto era muy, muy difícil. Nadie entendió lo que sucedió al hombre apodado “Crazy War” (‘La Guerra Loca’-Este era mi apodo porque de mi apellido que empieza con “guerra” y porque había hecho un montón de cosas locas y terribles). No me convertí en un zombi o un predicador religioso. Yo todavía era un chico ordinario que a le encantaba divertirse, pero ahora había una profundidad y un propósito divino en mi vida. Ya no era un bobo de risa. Ya no tenía miedo de ser quien yo quería ser y encontré el coraje de decir el nombre de Jesús a los demás (Mateo 11:12). Yo creía más en la vida eterna que en esta vida. Aprendí a empezar a preocuparme por ayudar a otros en lugar de vivir para mí mismo. Creo que Dios permitió que recibiera muchas lesiones, jugando fútbol durante el resto de mis años en la universidad. Sufrí demasiado. Pero eso rompió mi ego y abrió mis ojos a un nuevo carácter. Estudié muchos años tanto en un seminario católico como en uno de inter-denominación. Yo quería saber de todas las religiones para que pudiera relacionarme con todas personas (1Corintios 9:19-22). Hoy en día, con mi esposa Rachel, y nuestros seis hermosos hijos, Sarah, Merci Ruth, Elizabeth, Pablo, Juan y David, viajamos por todo el mundo. Hablamos con todos los que nos escuchan, sobre el misterioso y maravilloso amor del Padre, Su Hijo Jesucristo y la obra del Espíritu Santo. No tenemos nada que ver con los predicadores evangélicos que ves hoy (2 Corintios 2:17). Creemos que es terrible la forma en que hacen de Jesús un espectáculo de Hollywood y lo enmarcan en una caja limitada a una pequeña fórmula de oración, mientras que mendigan el dinero para que pueden vivir mejor (Marcos 7:6/Mateo 23/2Timiteo 2:2-5). Ellos usan la Biblia para justificar la idea según la cual darles dinero (diezmo) es ofrecerlo a Dios, pero este principio del Antiguo Testamento es interpretado fuera del contexto. Dios quiere que emplees tu dinero para ayudar a los pobres, no a los ricos (Lee Mateo 25:40 y siguientes). Te pido que, por favor, te detengas y pienses profundamente en el amor personal e impresionante que Dios tiene para ti (Efesios 3:19). ¡Pasa tiempo a solas y habla con Él (Mateo 7:7, 11:28)! Si tratas en serio con Dios, Él tratará en serio contigo (Santiago 4:8). No tengas miedo de pedirle lo imposible (Mateo 19:26). Pídele estar “nacido de nuevo” (Juan 3:7). Si personalmente interactúas con Jesús, Él te dejará mudo de asombra. ¡Me preocupamo por ti! Escríbame si queires.